Es verdad que los resultados de las PASO son en algún punto desconcertantes. Pero en realidad tienen mucha lógica. Más raro hubiera sido que un ministro candidato, que no lo fuman ni en su propio espacio, con la inflación descontrolada y ejecutando un ajuste sin fin, hubiera obtenido mucho más que el generosísimo 21,4%.

O que los candidatos salidos del desastroso gobierno anterior hubieran recibido una amplia adhesión popular. La Pato, además, cuenta en su currículum haber sido ministra de la Alianza. Ese gobierno hijo de yuta, que antes de irse asesinó a casi 40 compatriotas, para sostener un ajuste peor al actual. Como si fuera poco, ella misma anduvo revolviendo las cenizas del 2001. Más raro hubiera sido que sacara más que ese amnésico 17%. Larrata, por su parte, se parecía demasiado al centrismo oficial. Siempre las copias venden menos. Sacó la mitad que su viejo amigo: 11,3%.

Es verdad, la bronca se manifestó por el peor canal posible. Uno que lleva derecho a las fauces de los devora pueblos. Uno que expresa las cosas más horribles del egoísmo y la ignorancia humana. No es un dato menor y no hay una única respuesta al porqué fue por ahí. Entre otras cosas, el Cavallo con Peluca está virgen. No gobernó ni un club de barrio, y en ese sentido todavía «no cagó a nadie». Muchxs decidieron darle la oportunidad. Otrxs, lxs peores, están convencidxs que son novedosas y positivas las propuestas del neomenemista recargado.

Olé, olé, olé

Hay algo más, la ultraderecha fue el único espacio que movilizó algún sentimiento potente. En la política, además de las convicciones, las tradiciones y las costumbres, operan muy fuerte los sentimientos. Mientras la UxP no pudo más que apelar a un realismo derrotista y al recontra gastado malmenorismo (a la par que nos hacen mucho daño); JxC no sale del libreto de robar en la grieta, con un antikirchnerismo que evidentemente ya no rinde. Por su parte, el candidato de los liberfachos se convirtió en la expresión viva de la bronca, de esas ganas viscerales de romper todo (hasta nosotrxs mismxs).

De yapa, con el resultado del domingo, le hizo un buen regalo al oficialismo. Ahora sí pueden capitalizar un sentimiento: el pavor a que esta gente horrenda pueda llegar a desgobernar nuestro amado país.

Hay otro dato que ha pasado a un segundo plano, pero también dice muchísimo de la profunda crisis de representación en la que estamos sumergidos, cuando se cumplen 40 años de la recuperación democrática. Los números de la abstención, voto blanco y nulo fueron récord desde que se instalaron las PASO en 2009. Si los sumamos, en porcentaje son la primera fuerza lejos: 36,5% (12 millones de personas). Todas las elecciones de este año mostraron ese fenómeno, con diversa intensidad. Ahí también operaron sentimientos: el hartazgo, la apatía, el escepticismo. Probablemente muchxs voten en octubre ¿cómo? También es posible que se expresen por otros canales no electorales.

Recontra jodido

Para octubre falta un montón. Pueden pasar tantas cosas. La imagen es durísima. Pero hay algunos que creían que podían seguir azotando al pueblo, porque respondería igual con lealtad peronista. El pueblo se hartó, hace como mínimo ocho años que vivimos de ajuste, inflación y falsas promesas. Han arrojado sobre nuestras espaldas todos los platos rotos de la crisis capitalista. Y si por diversos factores no estalló todo por los aires, los votos efectivos y los no emitidos han canalizado, por ahora, el parte del descontento.

El realismo pragmático, la moderación creciente en nombre de las relaciones de fuerza, la reversa permanente y la genuflexión ante los poderes fácticos no han tenido otro resultado que fortalecer cada vez más a la derecha. A las pruebas me remito. Sin embargo, muchxs, ayudados por las prédicas de los grandes medios, identifican a este gobierno con la izquierda. Su desfalco termina castigando y desacreditando también nuestras banderas históricas y a las fuerzas anticapitalistas. Por eso también la mirada fue para el otro lado del espectro ideológico (¿vieron posmolandia? no estaban tan caducas las categorías izquierda y derecha).

Como hemos dicho muchas veces, las elecciones son un terreno más de la lucha. Ni el único, ni el más importante. Tampoco los resultados son un espejo de la realidad. Son una buena foto, pero la realidad está siempre en movimiento. Los tiempos, demás está decirlo, son y serán recontra jodidos. Con digna rabia, resistencia y más organización podremos atravesar el desafío histórico que le toca a nuestra generación. La necesidad de construir una verdadera alternativa al capitalismo senil está más vigente que nunca.

Socialismo o Barbarie.